lunes, 23 de julio de 2007

Habitaciones de hotel, idas de olla, improductividades varias.

Hace unos días ese gran tipo que es (pese a ser informático) “Asane”, puso en su blog una foto de la habitación de hotel que le había cobijado un par de días. Qué estupidez hacerle fotos a las habitaciones de hotel por las que uno va pasando… lo peor de dicha estupidez es que yo la comparto. En los viajes laborales siempre llego un poco tarde al último desayuno porque le echo una foto al lugar. Quizá por esa sensación de que no voy a volver a aquel habitáculo nunca, aunque sea posible que sí retorne a dicho hotel. No voy a explicarlo en profundidad: es estúpido; lo hago.

Días antes (remarco: ¡antes!), ojeando fotos en esta misma pantalla, topé, por casualidad (la fotografía digital ha traído el caos a nuestros recuerdos), con la imagen de la última habitación de uno de mis viajes (de aquella, a Barcelona, en un hotel de inusitada baja categoría para tratarse de un viaje de trabajo), y uno se dejó llevar por la prosa corta y sin aspiraciones que de momento está dando forma a la segunda parte de “Ciudad, peregrino inmóvil” (este momento “escritordemierda” que anuncia que está haciendo “una nueva obra” quedará archivado por la Asociación de la Dignidad Humana y la Antipedantería Transpirenaica como trasgresión grave y merecedora de insulto).

Le debo un poema desde hace más de un mes a la buena y paciente gente del fanzine “La Caja Nocturna”, y creo que esto irá directo para tierras mañas. Que ustedes me sepan perdonar:

Barcelona: hotel.


Coleccionaba fotos de habitaciones de hotel con las sábanas revueltas: sencillas, dobles, las cortinas abiertas frente a un mundo expectante o cerradas ocultando toda perspectiva. La luz aparece en ellas cansada porque a nadie le importa la luminosidad de un mundo que se abandona, las paredes casi siempre descuidadas, los armarios abiertos y vacíos de toda confianza, el impersonal decorado de los cuadros y sus terribles flores o paisajes irreales, las mesas y sus folios, el bolígrafo presto a ser robado en manos de alguien que lo libere del presidio y la deshonra del pasar de mano en mano. Quedaba en aquellas habitaciones algo del paso de los días sobre los objetos de usar y olvidar y dejar a cualquier otro. Algo del paso de la gente, la cadena humana sin consciencia clara del que estuvo antes. Eran, aquellas imágenes, reflejos de la historia de los hombres; de los que pasan dejándolo todo a un lado, olvidando cada paso, sin dejar un rastro definido que quede más allá de su corta estancia de una o dos noches. En aquellas instantáneas de la vida, la vanidad de toda trascendencia fluía desde todos los espejos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No es ninguna estupidez: se trata de crear el ranking del terror hotelero. Cuando toca ir a Madrid lo normal es que la agencia de viajes que tenemos por aquí nos envíe a pensiones de la zona de Puerta del Sol - Huertas (fácil imaginar cuál es la clientela habitual de muchos de estos sitios). Y esos sitios se merecen una foto :).

Sonia San Román dijo...

Joder, majo!
Pues para ser un "escritordemierda" vaya texto te has cascao!
Me encanta.

Anónimo dijo...

mola

lacajanocturna dijo...

Gracias a tí colega por el texto, estamos ya terminando y nada que ha valido la pena la espera que larga no ha sido. Un abrazo desde Zeta y tenemos una conversación De Rokha pendiente, abrazos. Eduardo.

Wan dijo...

Que pacha Ñ. Te iba a escribir un comentario, pero toy enfermo y se me ha ido toda la fuerza en conseguir que me aceptasen una contraseña de "fuerza óptima". Ya t escribiré la próxima vez cuando ya no me acuerde de mi maravillosa contraseña. Si esto fuese el Stormbringer mi contraseña sería un caballero de Melnibone con buena racha de dados. Un saludo.