Macrocosmos:
Un mínimo conocimiento de la historia, remota y presente, demuestra que cualquier intento de terminar con algo o alguien por la fuerza, independientemente del posible y aparente éxito inicial, no consigue más que perpetuar el conflicto. Pero es complicado buscar (y más todavía encontrar) la causa raíz que permita intuir las acciones correctoras, siendo más fácil ejecutar de forma sistemática un procedimiento normalizado que, por lo general, es valido para reducir la incidencia del problema, pero está lejos de corregirlo de forma robusta; esta última frase es pura ingeniería de calidad industrial, adrede: esta jerga es una invención genuinamente Made in U.S.A. (perfeccionada por japoneses y alemanes, de todas formas).
Ejemplo aplicable: se conquistan dos países “para acabar con el integrismo islámico” (O.K., la sentencia consecutiva siempre es rebatible, no entraré en lo que ocultan las comillas),y se consigue generar un tercero, Paquistán, que encima suma a sus “argumentos” las causas generadas por los dos anteriores genocidios (aquí no hay comillas). Que el primero de los conquistados vuelva por sus fueros, que el segundo no fuera tal lugar integrista y ahora sí y que dicho fenómeno se extienda por cada vez más mentes de forma exponencial (mucho más peligroso en sí mismo que la extensión estricta en gobiernos y mapas políticos) serán, debo entender, los llamados daños colaterales.
Microcosmos:
La reflexión metaliteraria está bien y siempre es necesaria; pero reflexión antes de nada y en su justa medida. Que los poetas, a los que lee poca gente que a la vez no sea poeta (sin viceversa), sólo hablen de poetas que generalmente les caen mal y que a su vez son poetas que sólo leen lo que escriben otros poetas que hablan sobre poetas, aburre. Me repito: cuánta falta hace distinguir entre comunicación y catarsis masturbatoria (no todo ejercicio de catarsis lo es). Además, el espíritu del maldito nos persigue; si consigue lo que quiere (un par de reseñas en la prensa nacional), quizá se volatilice en la nada. “Así” se fomenta la lectura.
En fin, no volveré a poner la radio en el coche camino del trabajo, lo prometo.
Un mínimo conocimiento de la historia, remota y presente, demuestra que cualquier intento de terminar con algo o alguien por la fuerza, independientemente del posible y aparente éxito inicial, no consigue más que perpetuar el conflicto. Pero es complicado buscar (y más todavía encontrar) la causa raíz que permita intuir las acciones correctoras, siendo más fácil ejecutar de forma sistemática un procedimiento normalizado que, por lo general, es valido para reducir la incidencia del problema, pero está lejos de corregirlo de forma robusta; esta última frase es pura ingeniería de calidad industrial, adrede: esta jerga es una invención genuinamente Made in U.S.A. (perfeccionada por japoneses y alemanes, de todas formas).
Ejemplo aplicable: se conquistan dos países “para acabar con el integrismo islámico” (O.K., la sentencia consecutiva siempre es rebatible, no entraré en lo que ocultan las comillas),y se consigue generar un tercero, Paquistán, que encima suma a sus “argumentos” las causas generadas por los dos anteriores genocidios (aquí no hay comillas). Que el primero de los conquistados vuelva por sus fueros, que el segundo no fuera tal lugar integrista y ahora sí y que dicho fenómeno se extienda por cada vez más mentes de forma exponencial (mucho más peligroso en sí mismo que la extensión estricta en gobiernos y mapas políticos) serán, debo entender, los llamados daños colaterales.
Microcosmos:
La reflexión metaliteraria está bien y siempre es necesaria; pero reflexión antes de nada y en su justa medida. Que los poetas, a los que lee poca gente que a la vez no sea poeta (sin viceversa), sólo hablen de poetas que generalmente les caen mal y que a su vez son poetas que sólo leen lo que escriben otros poetas que hablan sobre poetas, aburre. Me repito: cuánta falta hace distinguir entre comunicación y catarsis masturbatoria (no todo ejercicio de catarsis lo es). Además, el espíritu del maldito nos persigue; si consigue lo que quiere (un par de reseñas en la prensa nacional), quizá se volatilice en la nada. “Así” se fomenta la lectura.
En fin, no volveré a poner la radio en el coche camino del trabajo, lo prometo.
1 comentario:
Más fórmulas noooooooooooooo
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