martes, 29 de noviembre de 2011

Una reflexión de Ángel Zapata...

...extraída de la entrevista realizada por Miguel Ángel Muñoz en su blog "El síndrome Chejov", publicada el 8 de noviembre de 2006 [año 2 A.C. (antes de la crisis)]


"La cultura burguesa nos tiene muy bien amaestrados para percibir “lo sobresaliente” como un fenómeno exclusivamente individual. Pero toda esa cháchara sobre la excelencia y el genio no es en último análisis más que un intento por trasponer al plano del espíritu —por legitimar también ahí— la realidad indecente de unos privilegios de clase. Y lo peor es que es falsa de arriba a abajo. En cada época, de hecho, “lo sobresaliente” sólo es percibido sobre el fondo de otras muchas obras más “discretas” que lo prefiguraban, lo anunciaban, o se diferenciaban radicalmente de ello. En su constitución misma, pues, la figura de lo sobresaliente depende de este fondo para ser percibido y para existir. Y a la inversa: en todo este fondo de obras más “discretas” siempre hallamos momentos francamente sobresalientes… O incluso rasgos que el ideal de excelencia dominante ha opacado, y que otras épocas harán “sobresalir”. La realidad es común. El arte es común, en su génesis y en sus resultados. El artista trabaja mirando trabajar a sus maestros y a sus contemporáneos. Sus logros más “sobresalientes” no caen bajo la lógica de la propiedad privada. Son, más bien, una deuda. No hay artista sin comunidad."

domingo, 27 de noviembre de 2011

Sebastiao Salgado - Trabajadores

Por si alguien duda de la naturaleza, objetividad o veracidad de las naturalezas del poder y sus formas de relación, imágenes de un trabajo clásico:






miércoles, 23 de noviembre de 2011



Leer a Kafka demasiado joven te puede dejar como a mi: ¡cuidado!
Aunque dudo que seas joven... y si no te gusta leer, bájate la película, copón, que en 1962 no había complejos de pirateo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La desmotivación mental y otros aromas


Decía Murray Bookchin (y pienso, claro, que llevaba razón) que:

"En este paradigma actual, el eclecticismo remplaza a la búsqueda del sentido de la Historia; una desesperanza inmoderada reemplaza a la esperanza;  las utopías pesimistas reemplazan a la promesa de una sociedad racional; y, en las formas más refinadas de este conjunto, una "intersubjetividad" vagamente definida reemplaza a toda forma de razón, en particular, a la razón dialéctica. De hecho, el mismo concepto de razón ha sido puesto en duda por un antirracionalismo deliberado. Al despojar a las grandes tradiciones del pensamiento occidental de sus contornos, matices y gradaciones, estos "poshistoricistas", "posmodernistas" y (para acuñar un nuevo término) "poshumanistas" relativistas de nuestros días, están, en el mejor de los casos, condenando el pensamiento contemporáneo a un pesimismo negro o, en el peor, subvirtiendo todo su significado". 

Y traigo esto aquí y hoy, porque, leyendo las quejas electorales de unos, las respuestas de otros, me he percatado de algo peligroso a la par que acostumbrado (más peligroso aún): el único discurso de una supuesta izquierda (sí, es muchísimo decir), la socialdemocracia del PSOE, y de gran parte de la izquierda más allá, ha sido, durante mucho tiempo, el miedo: "¡que viene la derecha!", en voz de Alfonso Guerra o, más allá en la ironía, Felipe González. La supuesta izquierda debería saber, y haberlo aprendido ya, que el discurso del miedo es contrario a su propio sentido, a su origen intrínseco, a su naturaleza más íntima. "Mejor malo conocido que bueno por conocer" no es el pensamiento, nunca, de una mente empeñada en llevar a la sociedad a un estado más avanzado pero desconocido de su evolución. Pretender que el estado actual de las cosas es el mejor posible, sólo a falta de pulirle pequeños detalles es, se quiera o no, una pretensión conservadora, tanto como pretender que el miedo a que "todo puede ser peor" sirva como única motivación de un espíritu ansioso de mejorar el mundo, hacerlo avanzar.

Resulta curioso como desde la propia autodenominada izquierda socialdemócrata se "aligeran" los conceptos de moral y justicia por una versión light y poco profunda llamada "ciudadanía", y, desde alguna izquierda más allá se sostiene en ocasiones un discurso pretendídamente "radical" (aunque no busca raíz alguna del problema), según el cual la moral, la justicia, la esperanza, son conceptos desfasados, anticuados y obsoletos, propios de pensamientos conservadores. Por decirlo suavemente, se trata de un discurso contranatura. He aquí el auténtico peligro que detecto (y soy ingeniero, no filósofo, no será tan complicado verlo) en ciertos pensamientos de pretendida izquierda, y a veces supuestamente  muy de izquierda: renunciando a su propia razón de ser, a su búsqueda de un mundo mejor basado en lo que nos hace humanos (a saber: razón, facilidad social y de convivencia, capacidad empática....) se acaban rechazando los valores que eran motor de acción y estímulo propio, despreciándolos e incluso enajenándolos. Y si un pensamiento que pretende avanzar renuncia a ello, lo deja TODO en manos de las antiguas manipulaciones, de morales "irracionales", que sin mucho esfuerzo acaban en la injusticia y, claro, dialéctica de nuevo: en la inmoralidad. Si se renuncia a la moral racional, se acaba,de nuevo, por ejemplo, en la moral cristiana. O en la islámica. O en la budista; o en la de mis santas narices, lo mismo da.

No abogo por el absolutismo de la razón como diferencia primordial del género humano: los sentimientos, por ejemplo, también están allí, y el individuo no debe renunciar, ni mucho menos, a ellos. Pero de ahí a que, como no todo es negro o blanco, se decida que ni el blanco ni el negro existen, o más aún, existen sólo en cada ser individual y sólo allí, basándonos en que esta filosofía del relativismo es al pensamiento lo que la teoría de la relatividad es a la física, es absurdo. Por ejemplo, porque la teoría de la relatividad es una ley universal, que amplía el rango de su aplicación de las leyes de Newton, y que, por otra parte, no deja de aseverar que, puestos a vivir sin alcanzar la velocidad de la luz (que viene siendo lo habitual), Newton alcanzó una simplificación suficientemente aproximada de las leyes universales de Einstein. 

Es decir, mientras la física amplió su rango de aplicación (sabiéndose una aproximación de un universo inabarcable por ecuación humana alguna) y, en cierta manera, reafirmó las fórmulas existentes en su función de aproximación suficiente al funcionamiento de la realidad, el relativismo filosófico buscó cualquier excusa, cualquier rendija, para aseverar que nada es cierto ni incierto y que no hay nada sobre lo que avanzar ni hacia dónde ir, que nada sirve para nada. En lugar de ampliar su campo y encontrar nuevas formas de explicación, negó la mayor, y de la parte hizo el todo. 

Aun en el hipotético caso de que el ser humano, como animal, jamás sabrá aprovechar los medios que le han hecho predominar como especie sobre la tierra y que su instinto de competencia será mayor al de cooperación, que su superstición podrá a su razón, incluso en ese caso, la única forma de seguir hacia delante en un camino del que no veremos la meta, es confiar en que no, que siguiendo con la evolución mental y del pensamiento acabaremos encontrando las formas, los modos y las herramientas; o al menos seguiremos avanzando como seres. Lo contrario, la desmotivación del todo relativo, la ausencia de motivos y razones ante un destino siempre negativo, incluso aunque fuera cierto, no lleva, y creo que aquí no me equivoco, a ningún lado diferente a la autodestrucción, ni siquiera al individuo menos social que nos echemos en cara (que podría ser yo perfectamente).

Y por llevar esto al terreno de las artes, o de las letras, aclaro que no quiero que parezca que destierro a la estética como un objetivo loable, o más bien como una herramienta necesaria: el juicio subjetivo de la belleza (elegirla) también nos hace humanos. Y trabajar más allá de la realidad nos puede ayudar a encontrar las formas de transformarla.Pero si un acto de creación cualquiera pretendiera aportar algo en el camino del pensamiento, al ser humano como especie, creo que los posicionamientos, tan posmodernos de "desaparición de la moral, de lo social, del objetivismo" etc., curiosamente absolutos desde sus posiciones relativistas, son absolutamente contraproducentes. Al final no dejan, a las corrientes supuestamente progresistas, más recursos que los estrictamente conservadores, más herramientas que las que ya utilizaba la iglesia en la Edad Media: el miedo. Y eso no es pensamiento motivador para su objetivo, ni debería aspirar a serlo.

No surprises

domingo, 20 de noviembre de 2011






—¿Espera usted alguna ayuda de Francia o de Inglaterra, ahora que Hitler y Mussolini han comenzado a ayudar a los militares rebeldes?
—Yo no espero ninguna ayuda para una revolución libertaria de ningún gobierno del mundo. Puede ser que los intereses en conflictos de imperialismos diferentes tengan alguna influencia en nuestra lucha. Eso es posible. El general Franco está haciendo todo lo posible para arrastrar a Europa a una guerra, y no dudará un instante en lanzar a Alemania en contra nuestra. Pero, a fin de cuentas, yo no espero ayuda de nadie, ni siquiera, en última instancia, de nuestro Gobierno.
—¿Pueden ustedes ganar solos? Aun cuando ustedes ganaran, iban a heredar montones de ruinas
—Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades… ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Nie wieder Nihilismus! [ficken Sie sich bitte, Nietzsche!]

"La democracia participativa presupone la capacidad de la gente normal para unir sus limitados recursos, para formar y desarrollar ideas y programas, incluirlos en la agenda política y actuar en su apoyo. En ausencia de recursos y estructuras organizativas que hagan posible esta actividad, la democracia se limita a la opción de escoger entre varios candidatos que representan los intereses de uno u otro grupo que tiene una base de poder independiente, localizada por lo general en la economía privada"
Noam Chomsky




Tragedy-Beginning of the end


Que no, que ni Radiohead, ni Cult of Luna, ni Pelican...

¡TRAGEDY sí que eran grandiosos! ¡Crustpunk a morir!

jueves, 10 de noviembre de 2011

Hacia la reinterpretación del miedo

El efecto paralizante del miedo es a su vez el origen último de su causa. En un pasillo a oscuras, en el filo de una puerta, aparece el miedo para detener nuestro paso, evitarlo, o al menos retrasarlo hasta el momento en que la razón nos convence de la inexistencia del peligro, o de la conveniencia de aceptarlo en base a un estudio razonado de la situación. Generalmente, al otro lado sólo se encuentra la alcoba propia y un interruptor generador de reconfortante luz. 



El miedo como una herramienta natural, generatriz de estatismo, pero/y también de reflexión previa al siguiente paso. Este hecho sencillo es la base de la actividad que, no casualmente, se llama terrorismo: acción violenta que implica no poco perjuicio a quien la recibe, pero cuyo fin último no es el daño intrínseco de la acción, sino instalar el miedo, el estupor, el pánico. Paralizar al adversario, evitar su progreso.

No obstante, la definición de terrorismo (1. Dominación por el terror, D.R.A.E.) puede entenderse como la acción que persigue evitar, ralentizar y/o entorpecer una acción mediante el uso, no (sólo, únicamente) de la violencia, sino de la generación de terror, independientemente del medio/herramienta utilizado para ello (considerando que las acepciones 2 y 3 del diccionario son, claro está, otras).
 
En este sentido interpreto la generación de miedo a la que estamos sometidos continuamente: dominación por el terror. Actos violentos cada vez más frecuentes, salidas de tono incomprensibles, la también incomprensible subvención con fondos públicos del revisionismo histórico y la difusión de su mensaje a través de los ayuntamientos (¿un macabro juego dialéctico de antagonía a las leyes de la memoria histórica? ¿la nueva versión oficial?), o el miedo, en fin, que se nos inculca a la hecatombe que acontecería si un banco quebrase, si el FMI se descontenta, si los griegos dijeran NO a lo que se le pide a Grecia, si la mitad más uno de los griegos con ganas de decidir tuvieran al menos la oportunidad remota de decidir si le dicen Sí o No a lo que le piden a Grecia en base a lo que les contasen, explicasen y ocultasen en una ronda de información previa que, sospecho, estaría dirigida desde/hacia el miedo. Terrorismo, o para evitar ignorar las acepciones 2 y 3, "miedismo" (a fin de cuentas "terrorismo de baja intensidad", pero de baja intensidad por escasa resistencia), son los mensajes que apelan a la rendición como medio único de evitar la masacre, a la pérdida de "privilegios" [sic, derechos] como única forma de evitar la debacle descontrolada, a la debacle controlada para evitar señalar a sus causantes.

Y una vez el miedo se ha instalado en la conciencia, la ausencia de movimiento; la resignación, o la muerte en vida (nada hay más estático). Sería conveniente saludar al escenario y al público, y utilizar el alto en el camino para evaluar la situación real, para reflexionar sobre el siguiente paso, y no para dejarse caer en una congelación de estupor frente al viento helado de un aliento inerte. Hacia dónde el paso, qué tras la puerta, lo desconozco: cada cual tiene su puerta, interruptor y cerradura; el "artículo" se llama "hacia...", no "desde...", por desgracia.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mono-dialéctica

Dialéctica negativa, posiblemente; o in-sorprendida; o del hastío; o hipernegativa. Mono-dialéctica:

Hubo grandes hombres que la historia olvidó y difícilmente recuperará:



y débiles de mente sin valor especial alguno salvo el proporcionado por una retadora y temeraria ignorancia, que pusieron su zarpa en ella dejando una mancha grasienta que nunca podrá limpiarse; aunque apenas sepan leer, y poco más. Y de estos no pongo fotos, que ya salen/saldrán en los libros y tienen/tendrán calles, por desgracia.

Según Hegel, causa y efecto son eslabones del desarrollo de la sociedad,  lo que existe no existe porque sí, responde a una necesidad interna de todas las cosas, que las hace ir evolucionando según una oposición de los extremos. De esta conjunción de ambos surge el cambio, un nuevo estado superior, más desarrollado, pero que a su vez tiene una antítesis que lo fuerza a un nuevo cambio, un nuevo desarrollo.

Dialéctica negativa, dije; puede ser que de la unión de las antítesis, surgiera un estado inferior. Horkheimer, que vio cosas impensables de un escenario desarrollado según la lógica hegeliana, se inclinó, como torre de Pisa, hacia esa idea.

Y uno, que desgraciadamente comprueba que hoy, justamente hoy, no hay fútbol televisado (o sí, pero es otro Barça-Madrid), se plantea si en la dialéctica actual, negativa, se ha llegado a un punto en que las antagonías ni siquiera lo son, y que de su unión, confrontación, mestizaje, maceración, fermentación o destilación no puede surgir, ni a mejor ni a peor, cambio alguno.