jueves, 20 de noviembre de 2008

20N - Efemérides de la memoria selectiva


Buenaventura Durruti Dumange: León, 14 de julio de 1896 - Madrid, 20 de noviembre de 1936


Todo esto viene por la fecha de hoy, que me recuerda un artículo que encontré, buscando otro tipo de cosas, hace un tiempo. Es la presentación de la revista Letras Libres.


En ella, el “historiador Hugh Thomas, sin duda, uno de los mayores conocedores del universo hispánico”, emite una serie de sorprendentes (para mí al menos) juicios comparativos entre las políticas sociales surgidas en los sXIX y XX, y los, por entonces recientes, ataques del 11S y el enemigo nº1, Bin Laden.


Hugh Thomas, puesto a comparar el fanatismo religioso islámico con algo conocido en España, ese país con 40 años de dictadura por la gracia de Dios, no habla de “José Antonio” (uno de los “recordados” hoy) ni de Sánchez Mazas, predicadores de un discurso con variados y curiosos puntos comunes con el del barbudo de las cuevas. Habla del anarquismo español, como fenómeno además, estrictamente nacional. Pero lo focaliza en su vertiente individualista, la italiana, la de “la bomba y los pistoleros”, minoritaria pero mucho más “comercial” que lo propuesto por un Tolstoi o un Malatesta, por poner dos ejemplos entre muchos más. Thomas dijo:


“Por supuesto, fueron hombres como Bin Laden, hombres con un ideal. Durruti dijo, a un periodista holandés, que “los trabajadores edificamos palacios y ciudades en España, en América y en todo el mundo. Podemos edificar nuevas ciudades que las reemplacen e incluso sean mejores. No, no tenemos ningún miedo a las ruinas. La burguesía puede hacer volar y destruir su mundo antes de abandonar su etapa de la historia, pero nosotros traemos un mundo nuevo en nuestros corazones”. Esta última frase fue la clave del anarquismo español al mismo tiempo que fue la clave de los rusos milenarios, como el poseído de Dostoievsky, y probablemente de los musulmanes fundamentalistas de hoy, como de sus correligionarios del siglo XI.”


Sólo por encima, por corregir lo mínimo pero suficiente:


la muy corta militancia revolucionaria de Dostoyevski fue puramente nihilista. A causa de la misma, Dostoyevski, genial escritor (aburrido a manta) pero oscuro personaje, acabó, muy joven, desterrado en Siberia. Encarcelado allí, “recapacitó” y dedicó el resto de su vida al juego, el alcohol, escribir sus imprescindibles obras y luchar contra cualquier movimiento revolucionario (léase la novela “Los demonios”. Os la dejo, son dos tomos). Dostoievsky es por tanto un muy mal ejemplo que da a notar falta de preparación del tema, "extraña" en el discurso público de un historiador profesional.


Hablando de rusos del XIX, barbudos, aburridos y grandes novelistas que a la vez fueran anarquistas, no hay mejor ejemplo que Tolstoi. Otra cosa es que resulte "conveniente" o "comercial" en función de los intereses : Tolstoi promueve un movimiento anarquista, repleto de piedad cristiana (porque Tolstoi era creyente, ojo), enemigo frontal del poder y, por tanto, enemigo absoluto del uso de la violencia, dado que es el primer instrumento para la imposición de ese poder que se quiere erradicar. Lo dicho, me temo que Tolstoi no resulta atractivo para según que discursos, por mucho que fuera una de las principales influencias de Gandhi.


No es ni ha sido, más allá de la efervescencia adolsecente, Durruti uno de mis gurús. Es más, todas sus frases celebres se limitan a este “llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”, al que no detecto rasgo de terrible (lenguaje de los años 30 sí, pero "criminalidad"...no) y sí de similitud con el famoso “otro mundo es posible” (porque éste está malito, ¿o no?). Creo que los "tiros" de Bin Laden van por otro lado, algo de infieles y cosas así.


Empeñado como está el “liberalismo” en el olvido de la guerra, parece curioso encontrarse este tipo de comparaciones entre el diablo del presente y “los culpables de las heridas que provocaron la guerra” del pasado, en eventos públicos que nada tienen que ver con ello. Tendrá que ser así.

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