Seis horas de coche en soledad dan para mucho. Para contemplar la desconocida y popularmente árida dehesa extremeña de la foto (cualquier lugar de la provincia de Cáceres, un día como hoy), por ejemplo. Por desgracia, esas seis horas dan incluso para que los caprichos geográficos intervengan el receptor de radio y sólo permitan escuchar ese canal radiofónico de aquellos que son libres (a costa de los demás, quisieran).
Reconozco que Gamoneda no me ha marcado hasta el día de hoy. Puede ser cuestión de tiempo (no sé decir a cuántos autores he suspendido en primera lectura, para luego ser leídos más de veinte veces con sumo placer. Es la magia de los matices y de la situación puntual en que se produce el acercamiento), o puede que no. Sinceramente, a día de hoy, me he sentido mucho más cercano a otros autores. No obstante, lo escuchado hoy en “La Linterna” supera los límites de lo admisible, aunque por desgracia, no los de lo acostumbrado.
Según estos hombres de bien y de verdad, este señor, “el Gamoneda”, no sabe escribir, es malo, ignorante y un poeta que provoca vergüenza ajena. “Bien haría”― comentaban_, “leyendo a los grandes autores del siglo de oro para comprender que lo suyo no es la literatura. En definitivas cuentas, quien piense que Gamoneda tiene algún mérito literario más allá que ser amigo de Zapatero, es que simplemente no le ha leído”. No nos engañemos, para la cultura de este programa Gamoneda es, simplemente, “un poeta de esos sociales que tanto pulularon por nuestro país, sin aportar apenas nada”. En vista del peso de los argumentos esgrimidos, reconozco que la audiencia es hoy mucho más inteligente y libre que antes de dicho discurso. Dios salve.
Reconozco que Gamoneda no me ha marcado hasta el día de hoy. Puede ser cuestión de tiempo (no sé decir a cuántos autores he suspendido en primera lectura, para luego ser leídos más de veinte veces con sumo placer. Es la magia de los matices y de la situación puntual en que se produce el acercamiento), o puede que no. Sinceramente, a día de hoy, me he sentido mucho más cercano a otros autores. No obstante, lo escuchado hoy en “La Linterna” supera los límites de lo admisible, aunque por desgracia, no los de lo acostumbrado.
Según estos hombres de bien y de verdad, este señor, “el Gamoneda”, no sabe escribir, es malo, ignorante y un poeta que provoca vergüenza ajena. “Bien haría”― comentaban_, “leyendo a los grandes autores del siglo de oro para comprender que lo suyo no es la literatura. En definitivas cuentas, quien piense que Gamoneda tiene algún mérito literario más allá que ser amigo de Zapatero, es que simplemente no le ha leído”. No nos engañemos, para la cultura de este programa Gamoneda es, simplemente, “un poeta de esos sociales que tanto pulularon por nuestro país, sin aportar apenas nada”. En vista del peso de los argumentos esgrimidos, reconozco que la audiencia es hoy mucho más inteligente y libre que antes de dicho discurso. Dios salve.
He ahí la verdad. Se ha dicho. Joder.
Discutir sobre a quién le dan o no un premio como el Cervantes es lo más lejano a mi percepción de “lo” literario. Digamos que está en órbitas opuestamente ajenas a la literatura. No obstante, que se promulgue la ignorancia con mezquina facilidad, me revuelve el intestino grueso (esto trampoco es literario, pero ya que nos ponemos...).
De aquí en adelante, por favor, exijamos un mínimo de criterio literario en las valoraciones. Luego nos podrá gustar mucho más un estilo que otro, y habrá mil formas de argumentar razones enfrentadas sobre un mismo tema, pero con la riqueza de fórmulas argumentales existentes, la descalificación simple mediante la enunciación de una verdad sin peso se me antoja vomitiva. Es como decir que la tierra es plana y quien piense lo contrario tonto, pis, caca y culo.
Lo malo es lo de siempre. Esa búsqueda de “la verdad”, que acaba siendo “su verdad”. Todo lo demás es mentira, error, pecado y/o ignorancia. En definitivas cuentas, no perdamos nunca de vista que, en todo momento, y para el bien común, múltiples verdades cambiantes habitan un mismo mundo (éste). La verdad es sólo un paisaje en este viaje (y en la primera frase ya os mostré que el paisaje también es relativo).
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