lunes, 9 de abril de 2007

Ya estamos de vuelta


Llego de Francia, tras unos días extraños: vacaciones. Se hacen, lo dicho, muy extraños.

Resulta insólito elegir el destino de los días. Normalmente son un sobre ya matasellado, cuyo remitente apenas importa a quien lo recibe. El mensaje en el interior no suele decir nada, y acaba depositado en una papelera sin mayor aprecio.

Tengo la extraña, la inquietantemente ajena sensación de haber hecho una postal con un poco del valle del Tarn, escarpada sobre Rocamadour, usando la paleta de colores de Toulouse-Lautrec. No me pregunte nadie qué significa exactamente, ya dije que es una sensación únicamente.

Pero creo que nadie tira una postal a la papelera sin pensar en el remitente. ¿No parece suficiente como para dejar de enviar diariamente sobres en blanco?

1 comentario:

Asane dijo...

Enlace añadido :)