lunes, 23 de abril de 2007

La verdad también está ahí fuera


Seis horas de coche en soledad dan para mucho. Para contemplar la desconocida y popularmente árida dehesa extremeña de la foto (cualquier lugar de la provincia de Cáceres, un día como hoy), por ejemplo. Por desgracia, esas seis horas dan incluso para que los caprichos geográficos intervengan el receptor de radio y sólo permitan escuchar ese canal radiofónico de aquellos que son libres (a costa de los demás, quisieran).

Reconozco que Gamoneda no me ha marcado hasta el día de hoy. Puede ser cuestión de tiempo (no sé decir a cuántos autores he suspendido en primera lectura, para luego ser leídos más de veinte veces con sumo placer. Es la magia de los matices y de la situación puntual en que se produce el acercamiento), o puede que no. Sinceramente, a día de hoy, me he sentido mucho más cercano a otros autores. No obstante, lo escuchado hoy en “La Linterna” supera los límites de lo admisible, aunque por desgracia, no los de lo acostumbrado.

Según estos hombres de bien y de verdad, este señor, “el Gamoneda”, no sabe escribir, es malo, ignorante y un poeta que provoca vergüenza ajena. “Bien haría”― comentaban_, “leyendo a los grandes autores del siglo de oro para comprender que lo suyo no es la literatura. En definitivas cuentas, quien piense que Gamoneda tiene algún mérito literario más allá que ser amigo de Zapatero, es que simplemente no le ha leído”. No nos engañemos, para la cultura de este programa Gamoneda es, simplemente, “un poeta de esos sociales que tanto pulularon por nuestro país, sin aportar apenas nada”. En vista del peso de los argumentos esgrimidos, reconozco que la audiencia es hoy mucho más inteligente y libre que antes de dicho discurso. Dios salve.

He ahí la verdad. Se ha dicho. Joder.

Discutir sobre a quién le dan o no un premio como el Cervantes es lo más lejano a mi percepción de “lo” literario. Digamos que está en órbitas opuestamente ajenas a la literatura. No obstante, que se promulgue la ignorancia con mezquina facilidad, me revuelve el intestino grueso (esto trampoco es literario, pero ya que nos ponemos...).

De aquí en adelante, por favor, exijamos un mínimo de criterio literario en las valoraciones. Luego nos podrá gustar mucho más un estilo que otro, y habrá mil formas de argumentar razones enfrentadas sobre un mismo tema, pero con la riqueza de fórmulas argumentales existentes, la descalificación simple mediante la enunciación de una verdad sin peso se me antoja vomitiva. Es como decir que la tierra es plana y quien piense lo contrario tonto, pis, caca y culo.

Lo malo es lo de siempre. Esa búsqueda de “la verdad”, que acaba siendo “su verdad”. Todo lo demás es mentira, error, pecado y/o ignorancia. En definitivas cuentas, no perdamos nunca de vista que, en todo momento, y para el bien común, múltiples verdades cambiantes habitan un mismo mundo (éste). La verdad es sólo un paisaje en este viaje (y en la primera frase ya os mostré que el paisaje también es relativo).

martes, 17 de abril de 2007

¿El arte es comunicación?


En un viaje excesivamente largo uno puede ser la víctima colateral de todo tipo de conversaciones profundoides. Sé que está mal, pero casi siempre las evito porque me cansan y al final supongo que será mejor que cada cual haga las cosas a su manera y reciba sus frutos. Pero visto que lo obvio no lo es tanto, volveré a ponerlo por escrito. Tema:


¿El arte es comunicación?

Me refiero en adelante a todas sus facetas (es decir, teniendo en cuenta que arte no es sólo un trabajo más o menos manual y/o visual, que un lector es un espectador de arte forzado a dedicar mucho tiempo a la contemplación de la “obra”, por ejemplo).

Situaros simplemente en la posición de espectador, que es lo que somos generalmente. Si el “autor” no nos transmite nada, ¿seguimos mirando, escuchando, leyendo? Supongo que dejáis de perder el tiempo y os ponéis a otra cosa. Porque tiempo, qué pena, no le sobra a casi nadie. Al menos yo suelo pasar del tema, es cierto.

¿Y qué buscamos cuando vemos cualquier expresión artística? Cualquier cosa, pero quiero creer que, onanismo, no (eso lo hacemos todos solitos, por definición). Que nos digan lo que sea y cómo sea, concreto o abstracto, pero que nos aporten algo. Luego nos podremos situar de nuevo en una situación en que nos guste el mensaje o no, que lo entendamos o no, pero seamos conscientes de que nadie está obligado a gustar ni a degustar. Si no hablamos a nadie, nadie debería escucharnos. Me parece terrible que alguien que asume que no está diciendo nada pretenda que le escuchen y se queje amargamente porque no lo hagan (la gente es de un insensible…). ¿No es absurdo?

Cuando veo las poéticas (por ir al terreno que, se supone, piso mejor) de literatos que posan interesantes sobre su versos, me suelo quedar absorto: ¿Cómo es posible que la mayoría confiese que no quiere decir NADA, como quien dice algo trasgresor y moderno? Existen demasiadas cosas que decir y demasiadas formas de hacerlo como para molestarse y molestar diciendo nada. “Escribo para sobrevivir” dicen como mucho…en fin, eso lo asumo, es posible y mejor opción que pegarse un tiro, pero entonces publican para sobrevivir, entiendo. Teniendo en cuenta las cifras de ventas esto resultaría absurdo. Publicar, exponer, sólo es un derroche de recursos naturales y de tiempo…no es creativo, no ayuda a la catarsis del individuo; salvo que, con ese acto, sienta que cierra el círculo de su obra: llegar a otros, que le entiendan… lo siento, pero eso es comunicarse. Y si se dice algo (con palabras, con pinceladas, con spray…), si se pretende cerrar el círculo, hay que decidir si sólo se llora o se pretende que el encuentro sea una simbiosis donde ambas partes se benefician de alguna forma. Supongo que nadie tendrá que sufrir de tedio para que un “artista” despliegue su técnica, sacie su ego y pasee orgulloso su valía sobrehumana ante los morros de una víctima aburrida que no sabe si sentirse ignorante o pensar que se le ríen en la cara.

Y si no, practiquemos cierto nivel de coherencia: si de verdad hacemos lo que hagamos únicamente por nosotros mismos y nuestra supervivencia, hagámoslo, de acuerdo, pero guardémoslo en un cajón bien escondido. Siendo para nosotros mismos, qué le importa a nadie…

lunes, 16 de abril de 2007

Link a un blog sin complejines

Soy el dios de la vagancia. Eso y que hoy he tenido un mal día (tener un muy humilde Clio y encontrarte que te lo han intentado robar [joder, para ser ladrón antes había que tener más clase], tener que dar parte al seguro, etcétera, bla, bla, etcétera, me ha jodido el día que además venía cargado, porque manda huevos...).

Así que aprovecho para añadir un link al blog. Es de un buen señor de Plasencia que, para su desgracia y la mía, comparte peferencias humorísticas conmigo (le puso un altar a Faemino y Cansado y desde entonces es de misa diaria).

Como muestra una entrada amable, para promocionar un link que posiblemente no pinchaseis de otra forma (y así meto una entrada sin currármelo lo más mínimo).

Pregunta a Rajoy
Martes 10 de Abril de 2007 por Asane
Como lo que quedó de la intervención de Zapatero fue la pregunta del café, propongo buscar preguntas de ese mismo nivel que se le podrían hacer a maricomplejines Rajoy en su próxima intervención en “Tengo una pregunta para usted”. Propongo tres:
“¿Sabe cuánto son 400 dracmas?”
“¿A qué huelen las cosas que no huelen?”
¿Qué es mejor: un punto o tres minipuntos?

lunes, 9 de abril de 2007

Ya estamos de vuelta


Llego de Francia, tras unos días extraños: vacaciones. Se hacen, lo dicho, muy extraños.

Resulta insólito elegir el destino de los días. Normalmente son un sobre ya matasellado, cuyo remitente apenas importa a quien lo recibe. El mensaje en el interior no suele decir nada, y acaba depositado en una papelera sin mayor aprecio.

Tengo la extraña, la inquietantemente ajena sensación de haber hecho una postal con un poco del valle del Tarn, escarpada sobre Rocamadour, usando la paleta de colores de Toulouse-Lautrec. No me pregunte nadie qué significa exactamente, ya dije que es una sensación únicamente.

Pero creo que nadie tira una postal a la papelera sin pensar en el remitente. ¿No parece suficiente como para dejar de enviar diariamente sobres en blanco?