Hoy he llegado a casa desde el trabajo a eso de las seis y media. Además, por la calle, me he dado cuenta de que debía una llamada (laboral) y... me he visto hablando por el móvil a eso de las siete pasadas de volúmenes de consumo, normativas de materiales Seat, pesos y fechas de adjudicación. Toda una enfermedad sin sentido, sobre todo, teniendo en cuenta lo listos que son los alemanes y lo rápido y bien que lo hacen todo:
Bájale revoluciones a eso, pájaro.
En fin, luego la radio y la tele tampoco ayudan:
El fútbol aburre porque ya no es lo que era hace quince años cuando yo me moceaba:
Ver el partido en el bar del pueblo que además era sede de la peña oviedista del lugar, no tuvo precio. La causalidad de hacer el viaje Mieres-Logroño de aquel lunes en la línea de tren Gijón-Barcelona repleto de Boixos Nois escocidos, tampoco lo paga la Master Card, oiga.
Pero para curarnos, a falta de viejas glorias, nada mejor que un poco de acción:
Cualquier día pido que me sacrifiquen; o mejor o que os pongan un altar, que honra lo mismo y me dolerá menos.
1 comentario:
AY!
Pero cómo me gusta el hindú!
Es como Pressing Catch pero en versión mercadillo de Las Norias!
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