lunes, 26 de enero de 2009

Fernweh

Al castellano, con toda su riqueza, le faltan palabras, carece de conceptos necesarios. De eso uno sólo se da cuenta aprendiendo (intentando aprender) otros idiomas. "Heimweh" se podría traducir como nostalgia en castellano (Heimat=hogar, Weh=dolor). Este concepto es normal, no lo es tanto "Fernweh", que sería la nostalgia que se siente cuando, estando en tu propio país o ciudad, echas de menso estar fuera (Fern=fuera, lejos).

Si algún día tuviera la enorme suerte y el inmerecido privilegio de que alguna de las obras que pobremente hago pudiera ser traducida, estoy seguro de que, además de crearse algo completamente nuevo, me estarían regalando una vida paralela.

En una hipotética situación en la que hubiera que elegir idioma, el orden quizá fuera el siguiente:

Alemán y/o portugués, sin orden definido. La lengua que soy incapaz de hablar (casi sí leer, casi sí escribir, casi sí escuchar), la del vocabulario infinito e irreconocible, o esa otra con la que casi te entiendes con tal de hablar lento y claro y que la respuesta sea hecha de igual manera. La de Hölderlin o la de Pessoa, la del romanticismo o la del país con el concepto más romántico del continente. Difícil elección.

Sueco. No pregunten por qué. Quizá porque cuando los suecos hacen algo, suelen hacerlo distinto y bien (excepto Ikea, aunque también Ikea tiene su aquel, no puede negarse).

Francés. Baudelaire, Char y toda esta panda de vecinos cabronías con su acento insoportable de país imprescindible.

Ruso. Una traducción al ruso y dejarse barbas hasta ser cinturón serían todo uno. "Ciudad, tovarich inmóvil".

Inglés. Muy abajo no sé por qué; quizá por su condición de “segunda lengua materna”, o “lengua materna adoptiva”. O por su posición hegemónica sobre el resto de culturas del mundo. O por la absoluta imposibilidad de escapar de su influencia se pise el terreno que se pise. El caso es que tampoco me obsesiono por escarbar en su historia literaria, sea cuál sea el lado del océano en el que me fije. Pero si no te traducen al inglés, a qué leches te han traducido, muchacho…

Japonés. Quizá me llama más que el chino por aquello de que el chino como idioma unitario es un invento (como todos los idiomas, eso sí, pero… más). Al mandarín… pero suena poco serio, además de sonar a idioma impuesto por la fuerza. Japón manda.

Me he centrado en idiomas “fuertes”. No voy a negar ni a poner en una escala de preferencias cosas más “freaks”, como ser traducido a idiomas de gente que ya me entiende en castellano (asturiano, euskera… y el catalán de Martí i Pol y tantos otros), cuyo interés dejo fuera de toda duda. Pero bastante “freak” es todo este post como para profundizar en extravagancias supremas.

4 comentarios:

Wan dijo...

Mola que se te vaya la pinza.

JL dijo...

Si vale como comentario pedante, compañero Donosti, ya tenemos en la "nostalgia" que citas una buena palabra, equivalente a "Fernweh". Lo que pasa es que nuestro idioma es más derivativo que compositivo (las composiciones paraguas o zampabollos no suelen ser tan evocadoras en esta lengua nuestra), y por eso palabras ya heredadas como compuesto nos resultan más opacas, como es el caso de nostalgia: si lumbalgia y neuralgia son nombres de dolor, así también esta otra. "Nostos" en griego significa 'regreso'. El resto es fácil de deducir: 'dolor por el regreso'.

Siempre suyo. Semper fi.

JL

Ediciones del 4 de Agosto dijo...

bonito texto

(soy carmen aunque firme como enrique)

gusto me da leeros

Ediciones del 4 de Agosto dijo...

Maricas.

Soy Carmen aunque parezca Enrique...
Qué noooooooo...