Absolutamente antipoética, planchar tres camisas de manga larga, era la actividad que esta tarde me ha animado a escribir en este blog de inusitada densidad de tráfico. El tema es que, ante una actividad que odio con tantas ganas, y más en verano, veía una película de Akira Kurosawa, “Ran”. Lenta, es decir, perfecta para verla entre arruga y cuello. A quien guste del ambiente oriental con cierto tufo de auténtico, recomendable.
En fin, que pensé que por qué no hablar de la película aquí, del inexplicable interés por las historias sobre culturas lejanas o ajenas como pueden ser las orientales, por ejemplo. Reconocer que de directores orientales ni idea, ni siquiera de Kurosawa (porque este NO quiere ser un blog cultureta pedante), pero reconocer el interés y, quién sabe, quizá apareciera por aquí alguien que sí tuviera algo de idea y acababa aprendiendo algo, por variar.
Y de ahí, tras otras dos camisas, lo que lleva su parte de aburrimiento intolerable, tras un repaso somero a los temas “freaks” que pueden llegar a poblar este blog (que inevitablemente aparecerán tarde o temprano), he llegado a la conclusión de que todas estas acciones sin sentido aparente (escribir, leer, hacer un blog sin hilo ni sentido como éste, hacer un fanzine con el bueno de Odón y demás historias, en mi caso), no son sino una búsqueda de semejantes, el intento de encontrar el mayor número posible de mentes que aporten palabras capaces de abrir nuevas puertas en un camino que a veces va excesivamente deprisa.
Para acabar de rematar la pedantería insoportable de esta entrada, haré una de las cosas más deleznables de este mundo: citarme yo solito:
“y gritamos, no tanto por solución,
sino por saber quién escucha.”
En fin, que pensé que por qué no hablar de la película aquí, del inexplicable interés por las historias sobre culturas lejanas o ajenas como pueden ser las orientales, por ejemplo. Reconocer que de directores orientales ni idea, ni siquiera de Kurosawa (porque este NO quiere ser un blog cultureta pedante), pero reconocer el interés y, quién sabe, quizá apareciera por aquí alguien que sí tuviera algo de idea y acababa aprendiendo algo, por variar.
Y de ahí, tras otras dos camisas, lo que lleva su parte de aburrimiento intolerable, tras un repaso somero a los temas “freaks” que pueden llegar a poblar este blog (que inevitablemente aparecerán tarde o temprano), he llegado a la conclusión de que todas estas acciones sin sentido aparente (escribir, leer, hacer un blog sin hilo ni sentido como éste, hacer un fanzine con el bueno de Odón y demás historias, en mi caso), no son sino una búsqueda de semejantes, el intento de encontrar el mayor número posible de mentes que aporten palabras capaces de abrir nuevas puertas en un camino que a veces va excesivamente deprisa.
Para acabar de rematar la pedantería insoportable de esta entrada, haré una de las cosas más deleznables de este mundo: citarme yo solito:
“y gritamos, no tanto por solución,
sino por saber quién escucha.”
Pues eso.
Pero es que me parece que está bien, de vez en cuando, reafirmarse en lo “dicho” hace ya unos años, y darse cuenta. Eso y que no he terminado de ver la peli ¡y no quiero que me la joda nadie!
1 comentario:
ayer me vi El Ocaso del Samurai de Yoji Yamada, una preciosidad perfecta para un ocaso de domingo en pseudo resaca...
aupa el patxaran compañero
Publicar un comentario