miércoles, 3 de marzo de 2010

... de Gilles Deleuze

El acto de escribir es una tentativa de convertir la vida en algo que no es sólo personal, de liberar la vida de aquello que la aprisiona. El artista o el filósofo tienen a menudo una salud escasa y frágil, un organismo débil, un equilibrio precario: Spinoza, Nietzsche, Lawrence. Pero lo que les mina no es la muerte sino más bien un cierto exceso de vida que han llegado a ver, a experimentar, a pensar. Una vida demasiado grande para ellos, pero de la cual, gracias a ellos, “se revelan los signos”: el final de Zaratustra, el libro quinto de la Ética. Se escribe en función de un pueblo futuro que aún carece de lenguaje. Crear no es comunicar sino resistir. Hay un profundo vínculo entre los signos, el acontecimiento y la vida, el vitalismo. Es la potencia de una vida no orgánica, la que puede tener lugar en la línea de un dibujo, en una línea de escritura o de música. Los organismos mueren, pero no la vida. No hay obra que no deje a la vida una salida, que no señale un camino entre los adoquines. Todo cuanto he escrito —al menos así lo espero— ha sido vitalista, y constituye una teoría de los signos y del acontecimiento.

2 comentarios:

Sonia San Román dijo...

Me gusta, me gusta, y esperaré a que se te publique en Facebook para ponertelo ahí también.
Y luego te quejarás...
Ainssssssssss

antonio alfaro sánchez dijo...

filosofooooooooooooooo, esta muy bien donosti.