miércoles, 18 de febrero de 2009

Sarah Kirsch



Vida de gato

Pero los poetas aman a los gatos
Los incontrolables mansos
libres que la lluvia de noviembre
en sillones de seda o en andrajos
duermen sueñan mudos
responden se estremecen y siguen
viviendo detrás de la valla de los
cazadores cuando los vecinos obsesionados
todavía anotan matrículas de coches
El vigilante en sus cuatro paredes
dejó tras de sí ha tiempo las fronteras.

Katzenleben

Aber die Dichter lieben die Katzen
Die nicht kontrollierbaren sanften
Freien die den Novemberregen
Auf seidenen Sesseln oder im Lumpen
Verschlafen verträumen stumm
Antwort geben sich schütteln und
Weiterleben hinter dem Jägerzaun
Wenn die besessenen Nachbarn
Immer noch Autonummern notieren
Der Überwachte in seinen vier Wänden
Längst die Grenzen hinter sich ließ.

3 comentarios:

Sonia San Román dijo...

Bonito poema, Íñigo.
Ya sabes que yo soy muy gatera.
Un besote!

Wan dijo...

Menos gatos y más perros! (Si, ya se que estoy un poco pesado. Y así voy a seguir hasta que me los quite de encima, que no quiero matarlos).

Pablo López Carballo dijo...

Miau