Este fin de semana toca aquelarre en Madrid, con Standstill y la Bonaparte Ensemble. Promete.
¿Aquelarre en Madrid? Qué gran poeta y qué imprescindible: Fernando Beltrán.
Qué puto mundo de mierda sería éste sólo con economía e industria... china, claro.
Aquí van ambos; si aún no lo hicieron, lo harán: mejorarán tu vida (o a lo mejor no lo mereces y te estás enterando ahora mismo):
Madrid
(Fernando Beltrán, "Aquelarre en Madrid", Ed. Hiperión, 1980)
Quizá mienta al decir manicomio de prisas
esta jungla de aceras sin sentido madrid
veinte gritos al sur cuando el destierro
mapa que nos sugiere
prendido en la pared de la segunda tarde
una escarpia muy honda yeso de la ebriedad
y hay que nombrar que ayer te despreciamos
eras la novia rica que a uno obligan
sea dicha la verdad
tampoco hiciste nada por abrigar el frío
sabías que en lo nuestro iba agenda de citas
y supiste aguardar
veterana de quejas
tu sed colmada en llanto de raíles
tantos que como yo
primera voz apenas niños
atocha estación del norte mediodía
jugándonos el trébol de cuatro hojas al regreso
barro de las entrañas
la lluvia de mis verdes escondites
y nos pudiste ahorrar esfuerzos
tú conocías la quinta piel de la mentira
no me gustó te lo aseguro
y suficiente siempre suficente
el tiempo a favor y tu sombreo al viento
con la energía solar
qué importa el número de altura líneas aéreas
dormitorios de cal las cicatrices
alicatada en plazos la moqueta
de ascensores que sangran hasta el último
garaje de las noches donde aparcar el día
ay ciudad madrid amante cuántas cosas
somos viejos en ruido y poluciones
yo no sé qué color tiene tu calma
no la he visto jamás
no sé si existen las calumnias del humo
no me fío de ecólogos y climas
he plantado mil besos y han crecido
mil bufandas del alma en los listines
cómo voy a mentirles a mentirme
cuando cruzo barquillo embajadores
y memoria traiciona hasta el desprecio
que creímos que fue puedo decir
estadística engaña con sus cifras
y hay que peinar talones al costado
y calzarse un viajero conocerte
y saber que en medidas y distancias
son apenas dos días
que es más ancha la flor de una cintura
que mi mano se habita en tu costumbre
que es mejor perdurarte entregarse
a vivirse en la gente que te vive
es inútil tratar de convencernos
alimentar mastines que retornan
olvidarte
nunca jamás serás desheredada
has burlado un botín de versos a la niebla
no hay remedio
soy humano
muy débil para el trato
con pupilas y faldas un insomnio sin tiempo
cuando la voz amiga
al hilo de cualquier estrago
hecha abrazos y licores hace guiños
y hasta un soplo de codos nos compensa
con la amargura atrás qué duda
las lágrimas
son riego de mejillas donde nacerá el encuentro
y en un puño de labios ya no caben
que las contó el silencio
y no sé de qué sirve todo esto
podría enredarme por la imagen
pero madrid apremia
y conocéis sus celos si no acudes
su venganza de sombras
lo dije antes no hay remedio
hay que pagar tributos de caricias
para seguir en pie y a pata ciega
ir vendiendo cupones del alivio
este miedo del cuerpo en las esquinas